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INFORMACIÓN, 15 febrero 2004 |
El estudioso reúne las críticas
publicadas por el autor alcoyano en la revista mexicana Romance
entre 1940 y 1941. De febrero de 1940 a mayo de 1941 la revista "Romance" en México publicó veinticuatro artículos sobre cine. Sólo tres de ellos estaban firmados por Juan Gil-Albert, pero Juan Cano Ballesta sostiene que todos se debieron al escritor alcoyano. Por primera vez se han reunido en un libro, "La mentira de las sombras", editado conjuntamente por el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert y la editorial Pretextos. En febrero de 1939, cuando la guerra civil parecía ya decidida, el XI Cuerpo del Ejército republicano, al que se había incorporado Juan Gil-Albert, de quien se cumple este año el centenario de su nacimiento, cruzó la frontera española con Francia. Tras unos meses en tierras francesas, el poeta viajó a México, donde vivió la mayor parte de su exilio hay que consignar un paréntesis en Argentina hasta que en 1947 regresó a España. En México, colaboró en varias publicaciones, entre ellas la revista "Romance", que acogía una sección sobre estrenos cinematográficos en la última página (sólo en el primer número apareció en página interior) A pesar de que sólo firmó tres de esos artículos, algunos testimonios inducen a pensar que su relación con la publicación fue más amplia. Nadie se había atrevido hasta ahora a defender que todas estas crónicas cinematográficas, tanto las firmadas como las anónimas, pudieran deberse a Gil-Albert. Esta posibilidad es la que defiende Cano Ballesta en la introducción a "Las mentiras de las sombras", donde se recopilan. "A mí me sorprendió profundamente explica cómo las teorías (sobre el cine mudo, el tecnicolor, la relación entre cine y masas, etc.) de estos textos coincidían con las que sustentaba Gil-Albert en sus escritos de los años cincuenta y posteriores, que yo conocía a fondo". En su estudio previo, el responsable de la recopilación reproduce los testimonios que mencionan la intervención de Gil-Albert en "Romance". Francisco Caudet le citó entre los redactores y colaboradores, al igual que hizo Sánchez Barbudo, miembro del comité de redacción. Más evidente resultó, en cambio, el recuerdo de Manuel Andujar, que vivió también su destierro en México. Andujar escribió en 1976 que "corría a cargo de Juan Gil-Albert en todo momento, la fina apreciación artística y, con injerta elegancia, el justo marbete social la crítica de cine". Para Cano Ballesta hay otros motivos que refuerzan su tesis. "Es sorprendente opina que el lector no perciba ninguna disonancia en los textos; se nota el mismo tono de voz, el mismo sentido del humor e ingenio intermitente y un lenguaje en perfecta sintonía". Incluso cuenta que en 1997 envió los artículos al escritor valenciano César Simón, primo de Gil-Albert y gran conocedor de su obra, y que con Simón, que falleció poco después, mantuvo una larga conversación telefónica en la que éste se sumó a sus sospechas. "Es de Juan la expresión asistimos a, es de Juan la predilección por el cine francés, por Bette Davis, es de Juan la actitud crítica ante el cine norteamericano", dice Cano que le comentó Cáesar Simón, quien además le señaló otro detalle: "Cuando alguien cita a Oscar Wilde, Marcel Proust y André Guide, tres de sus autores preferidos, eso tiene que ser de Juan". Columna relacionada: Impresiones de celuloide (Información, 15-2-2004) |