El misterio de Almizra
DEMETRIO MALLEBRERA (La verdad, 21 agosto 1994)
Mucho interés ha despertado y mucho elogio se merece José Ferrándiz Lozano por haber dado a luz un libro que, de forma amena y coloquial, nos pone al día sobre todo lo que se sabe acerca del Tratado de Almizra. No apetece hacer versos rimados con su título, ya de por sí bastante raro, si bien el autor, muy cuco él, le pone puntos suspensivos a «Data Almizrano ... », librito manejable por su tamaño, pero complicado en algunas páginas puntillosas no traducidas de un catalán de hace 750 anos, época en la que se firmó el Tratado entre Jaime 1 el Conquistador, rey de Aragón, y su yerno, Alfonso, infante castellano, futuro Alfonso X. Además del lenguaje, el de Pepe Ferrándiz, que a veces parece estar contándonos un cuento medieval, hay que aplaudir el mérito que le supone haber dedicado él sabrá cuánto tiempo a la investigación. Loado sea el caballero por actualizarnos semejantes hechos históricos desde su apacible Campo de Mirra, otrora territorio estratégico y fronterizo conocido por la fortaleza de Almizra.
Muchas curiosidades aporta este trabajo historiográfico. Lo más curioso es que, según se deduce, ningún especialista en la materia se moja lo suficiente como para sellar y rubricar que Almizra es, en efecto, el actual Campo de Mirra. Y nadie sabe más de aquella Almizra del pasado (que deriva del nombre árabe) ni del simpático pueblo que hasta hace pocos años era conocido solamente por «Campo». La curiosidad llega más lejos ya que, al parecer, de mirra nada; todo parece derivar de un viejo nombre. Pues bien, eso mismo y todas las conjeturas de lo más ciertas posibles, indican que Almizra es Campo de Mirra. Me parece que aquí hay que escarbar todavía más, y no me cabe la menor duda de que se está en la labor. Porque, ¿sabe usted dónde localizaban los historiadores del pasado a la fortaleza del Tratado? Pues unos en Almansa y otros en Alcira. ¿Qué le pasaría a aquella fortaleza que, al parecer, no salía en los mapas y apenas hoy queda tan poco que parece que nunca tuviera importancia? No me diga usted que no lo encuentra un tanto misterioso.
Mediante la firma de aquel Tratado, en la que al principio el rey Jaime 1 se puso un poco farruco por las «condiciones de la negociación» (y no desvelo más para que usted se interese por el libro), lo que vino a ocurrir es que éste, puesto a ceder, vino prácticamente a perder su sobrenombre, el de Conquistador (al menos, en terrenos peninsulares), por haberse puesto puertas al campo (frase hecha que nos viene muy bien si nos referirnos a las conquistas del sur, es decir, a las fértiles huertas de Orihuela y Murcia). Y, al poco, su yerno, vendría a ser rey de Castilla y pasar a la Historia por el sobrenombre de Sabio, por el que todos sabemos, pero también por haber sabido negociar, y parece que justo a tiempo, el frenazo de la expansión aragonesa y la salida castellana al Mediterráneo. Estos detalles tiene nuestro devenir histórico. Ya le digo, a veces, parece que se desvelan misterios.
La última parte de esta historiografía valenciana pretende ver las cosas desde una perspectiva contemporánea. El autor acude a citas de eruditos tan importantes como Azorín, Figueras Pacheco, Altamira, Joan Fuster, Vicente Ramos, José Vicente Mateo y otros, que parecen coincidir en que algo tuvo que ver la división de los territorios, producida en el Tratado de Almizra, porque estudiando las características de la creación de la provincia de Alicante, sus extremos por el norte, y por el sur parece que tienen otro tírón, algo así como una endeble sensación o espíritu de alicantinismo, reservado más bien éste para el territorio que queda en medio, poco más o menos, Sí señor, aquí tenemos otro misterio. Porque la culpa de todo esto parece que la tuvo el susodicho Tratado. Y es un curioso misterio porque lo convenido en el acuerdo apenas duró unos sesenta años, más o menos lo que entendemos por una generación. ¿Tanto puede un período tan corto de Historia? ¿No será que esas «diferencias» ya venían de atrás, quizá de una etapa tan dilatada de dominio árabe y de posterior convivencia con los cristianos? A mí me pica mucho la curiosidad. Algún día se sabrá más y mejor.