Pedro Zaragoza, rara avis
|
Diario INFORMACIÓN (Alicante), 12 diciembre 2001 |
En un pequeño pueblo de la
montaña mis abuelos maternos tenían un bar. Y a ese
bar, como a otros de la provincia de Alicante, llegaban
en mil novecientos sesenta y tantos desconocidos que
solicitaban colgar un cartel. En pocos días habían tres
carteles, cada uno proponiendo el nombre de un candidato
distinto a lo que entonces se llamaba procurador de
Cortes, de los que un tercio eran elegidos bajo sospecha
de pucherazo por los cabeza de familia. Uno de aquellos
carteles anunciaba a Pedro Zaragoza Orts. Fue
aquella, por tanto, la primera vez que oí hablar de él,
cuando yo era demasiado niño como para entender los
tejemanejes de la oficialidad. Mucho después conocí al
famoso alcalde de Benidorm, a quien se le tiene
normalmente por el artífice que convirtió un pueblo de
pescadores en centro turístico, y al que se le debe su
planificación urbanística, extendida al
parecer a todo el término municipal, motivo por el
que no hace mucho le oí expresar su agradecimiento a
todos los funcionarios "que hicieron trampas"
para que aquel plan saliera adelante. Con Pedro Zaragoza
coincidí, a principios de los noventa, como columnista
en "Abc". Descubrí entonces que por encima del
franquista y falangista incorregible, amigo de doña Carmen
Polo de Franco y hasta guardián de una gorra del
dictador, se alzaba un personaje de elevado sentido del
humor y un raro ejemplar los que pronuncian
latinajos dirían "rara avis" al que
puede que se acerquen muchos con prejuicios ideológicos
pero que acostumbra a ganarse querencias de quien le
trata. Me sorprendía, por ejemplo, lo bien que me
hablaba de él el escritor Miguel Signes,
socialista en clandestinidad durante el franquismo, al
que salvó de alguna que otra persecución oficial. Por
todo ello entiendo que en Benidorm el grupo municipal del
PSOE haya solicitado un homenaje público al que sigue
siendo su alcalde más notable.
Columna relacionada:
Bikinis, suecas y lapones
(Información, 2-4-2008). |