ESCRITOS DE JOSÉ CAPILLA SOBRE AZORÍN Y MIRÓ, introducción, selección y notas de Julio Capilla Beltrán, Alicante, CAM, 1999.

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

Boletín informativo de la Casa-Museo Azorín, 5/6 (junio 1999), p. 24

Corría el verano de 1927 cuando un pequeño grupo de amigos de Elda, todos ellos de la Redacción de la revista Idella, visitó en Polop a Gabriel Miró. Hubo un momento en el que comentaron con el escritor sus respectivas profesiones, a lo que éste exclamó: "felices ustedes que escriben y, además, saben hacer otra cosas. Yo no sirvo más que para escribir".

Uno de aquellos amigos era José Capilla, que contó esta escena en un artículo de 1946 que no consiguió publicar. Capilla deseaba, muy posiblemente, ser lo que era Miró: escritor, sin más. Pero no pasó de ser un oscuro oficinista que tuvo que contentarse con satisfacer sus inquietudes literarias en dos revistas locales: el semanario Idella y el anuario Albor. Su vida casi podía resumirse en unas líneas, las de una carta que escribió a Azorín. "Trabajo en las oficinas de una importante fábrica de Elda, a donde voy todos los días por la mañana y regreso por la noche, pues a mi esposa e hijos los tengo aquí, en Monóvar. Trabajo y leo cuando puedo..."

Un artículo, precisamente sobre Azorín, que publicó troceado en el semanario madrileño El Español en 1944 fue su pequeño momento de gloria. Fue un momento fugaz, pues Capilla siguió sin desembarazarse del ostracismo: sufriendo tras la guerra el rechazo de artículos que enviaba a diversas cabeceras y anunciando un libro que pensaba titular "Azorín, paso a paso" y no llegó a escribir.El artículo de El Español y otros escritos, algunos de ellos inéditos, así como su epistolario con Azorín, Angel Cruz Rueda, biógrafo del escritor de Monóvar, y Gabriel Miró han sido recuperados en el libro Escritos de José Capilla sobre Azorín y Miró, editado por la CAM. El interés que proporciona el epistolario está fuera de duda. El deseo de mantenerse como corresponsal de Azorín permite acceder a la personalidad de un hombre culto de provincias, con una apreciable biblioteca y una poderosa vocación de escribir no correspondida con éxito que se cartea con quien, para él, representa su ideal de autor consagrado. La correspondencia con Angel Cruz Rueda es, sin embargo, más extensa, aunque gira siempre en torno a Azorín. El hecho de que este cruce de cartas comenzase en 1942 concede el privilegio de seguir algunos pormenores de la preparación, por parte de Cruz Rueda, de las Obras Selectas de Azorín para Biblioteca Nueva y de las Obras Completas para la editorial Aguilar. Capilla prestó a Cruz Rueda algunos folletos juveniles de Martínez Ruiz para su inclusión en las Obras Completas, y ayudó al biógrafo a clarificar algunos datos que precisaba para su libro Mujeres de Azorín. Esta parte del epistolario es, también, la crónica íntima de ese libro que José Capilla quiso escribir sobre Azorín y no pudo.

Los asiduos de Azorín hallarán otras confidencias en las cartas a Capilla. La negativa del escritor, por ejemplo, a leer el libro de José Alfonso "Azorín, íntimo" puede parecer soprendente, así como algunos problemas con el diario ABC. Hay, también, detalles graciosos, como el del despiste del Ayuntamiento de Monóvar, que en 1946 repitió el nombramiento de Azorín como Hijo Ilustre, a pesar de que en 1917 ya le había nombrado Hijo Predilecto, y la no menos graciosa consulta geográfica de Cruz Rueda a Capilla de si, al ir desde Madrid a Monóvar, Villena está antes de Sax o al revés, duda que previamente había consultado a Azorín, quien al no recordarlo le sugirió que acudiese a la guía Michelín. J.F.L.