Las colaboraciones en prensa de Gabriel Miró
JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

HOJA DEL LUNES (Asociación de la Prensa de Alicante)
Mayo 2005


Al margen de sus novelas y cuentos, el escrito alicantino, del que este mes se cumple el 75 aniversario de su muerte, completó sus creaciones e ingrasos económicos colaborando con "La Vanguardia", "La Nación" o en "El Sol" de Madrid.

A las nueve y media de la noche del 27 de mayo de 1930 moría en Madrid Gabriel Miró, tras complicársele una apendicitis. Tenía cincuenta y un años y el escritor alicantino, del que se cumple el 75 aniversario de su muerte, dejaba su valiosa obra literaria que, aunque escasa de lectores, pasa por ser una de las más apreciadas por muchos de sus colegas. Al margen de sus novelas y cuentos, el autor completó sus creaciones e ingresos económicos colaborando en prensa. Sus primeros escritos aparecieron en la revista "El Íbero"; luego su firma se vio en "Diario de Alicante", en las cabeceras barcelonesas "Diario de Barcelona", "La Vanguardia" y "La Publicidad", en "La Nación" de Buenos Aires y en el madrileño "El Sol".

Como tantos escritores, Gabriel Miró tampoco fue ajeno a la prensa. Parte de sus libros tuvieron su origen en los periódicos. No puede considerarse que Miró ejerciera el periodismo, pues sus colaboraciones fueron literarias, incluso creativas en muchos casos; al periódico llevó cuentos y estampas con más frecuencia que comentarios sobre la actualidad. Las biografías de Vicente Ramos y Helidoro Carpintero, así como el estudio de sus colaboraciones en su etapa barcelonesa realizado por Malta E. Altisent, ofrecen interesantes datos y documentos sobre ese acercamiento del autor a la prensa.

Sus primeros escritos publicados aparecieron en 1901 y 1902 en la revista quincenal "El Íbero", de la que ayudaba a corregir galeradas; sin embargo, fue a partir de 1908, año en que obtuvo el premio de "El cuento semanal" con su relato "Nómada", cuando se le conocen colaboraciones en medios más sólidos. Aunque de manera muy esporádica, pudo publicar al menos en los prestigiosos "Lunes del Imparcial", mientras que a final de año "Diario de Alicante" anunciaba que se sumaba a sus firmas y escribiría "una crónica mensual por lo menos", no sin esclarecer el interés de los editores de que ésta fuera más frecuente "cuando nuestros recursos nos lo permitan".

En 1911 Gabriel Miró comenzó a colaborar en la prensa catalana gracias a la ayuda de Joan Maragall, con quien mantenía correspondencia. Primero fue en "Diario de Barcelona", donde combinó reseñas, resúmenes de conferencias, comentarios sobre personajes e impresiones sobre cualquier tema hasta 1913. Parte de esas crónicas las incluyó, años después, en el "Libro de Sigüenza". A finales de 1913 se incorporó a "La Vanguardia" y en 1914 se trasladó a vivir a Barcelona, donde Prat de la Riba le suministró un empleo como contador de la Casa de la Caridad que ocupaba sus mañanas y que Miró aceptó con la confianza de que más adelante le facilitaría un puesto cultural –que no llegó– en la Mancomunidad catalana. No obstante, el autor alicantino aspiraba a ampliar sus colaboraciones, a juzgar por la carta que envió a Rafael Altamira en enero de 1914. "Mi única defensa es la pluma –le decía–. ¿Quiere V. ayudarme recomendándome a algún periódico de Buenos Aires? Una corresponsalía, una colaboración fija me traería un notable beneficio. Actualmente sólo colaboro en La Vanguardia de Barcelona". En "La Vanguardia", precisamente, fueron saliendo los textos que configuraron luego su libro "Figuras de la Pasión", debido a que dejó su empleo en la Casa de la Caridad por un encargo editorial para la preparación de una Enciclopedia Sagrada, proyecto que no se consumó, pero que le sirvió para aprovechar ciertos materiales. Todavía colaboraría en otra cabecera catalana: "La Publicidad", de donde salieron artículos y cuentos que configuraron libros como "El humo dormido" (1919) y "El Ángel, el molino, el Caracol del Faro" (1921). En opinión de Marta E. Altisent, sus crónicas barcelonesas fueron "de voluntad literaria variable, pero de interés documental y crítico, que constituyen la producción periodística más olvidada y desconocida del autor y a la vez, lo más representativo de su artículo literario".

Tras el traslado de su residencia a Madrid, donde Antonio Maura le facilitó empleo en el Ministerio de Trabajo para pasar luego al de Instrucción Pública, Miró consolidó colaboraciones de prensa en otros medios, especialmente en "El Sol" y en "La Nación" de Buenos Aires. Aunque su deseo de escribir en periódicos argentinos no fructificó anteriormente, sí lo alcanzó en 1923 cuando el representante en Madrid del periódico bonaerense, Sanín Cano, se puso en contacto con él para expresarle la intención de contar con su firma. En "La Nación" fueron apareciendo las estampas que en 1928 constituyeron "Años y leguas", último libro que publicó en vida y de cuyas páginas opinó Azorín que "no tienen superiores en ninguna literatura europea"


Premio Maraino de Cavia

Uno de los mayores reconocimientos periodísticos de Gabriel Miró fue la obtención del Premio Mariano de Cavia en 1925, convocado por ABC y dotado entonces con cinco mil pesetas. El artículo premiado fue "Huerto de cruces", una visión literaria inspirada en el cementerio de Polop de la Marina y publicada en "La Nación" el 27 de abril de 1924 y en "El Sol" los días 1 y 2 de noviembre, coincidiendo con la festividad de Todos los Santos. El trabajo fue presentado con el pseudónimo "Somoza" y elegido por un jurado compuesto por José Francos Rodríguez, como presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Gabriel Maura, Pedro Muñoz Seca, Eugenio d’Ors y Darío Pérez.

El fallo lo comunicó ABC a sus lectores el 24 de marzo de 1925, si bien Gabriel Miró era conocedor desde el día anterior, puesto que por la tarde le visitó Juan Ignacio Luca de Tena, hijo de Torcuato Luca de Tena, fundador y propietario del periódico que lo convocaba, La nota publicada en ABC decía que el jurado vaciló "entre preferir la crónica de actualidad o la lucubración de índole literaria", pero que se decantó por mayoría por uno "en que concurren las características de entrambos géneros, porque desenvuelve con soberana elegancia de forma el tema de conmemoración peculiar del día en que se publicó". Miró, en cambio, había presentado dos artículos a concurso, según le confesó a José María Sabater el día en que recibió la noticia. "A mi me gustaba más el otro", le dijo, no sin manifestarle su sorpresa: "No tenía ninguna esperanza, como siempre".