Roque Chabás y la
revista histórica "El Archivo"
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HOJA DEL LUNES
(Asociación de la Prensa de Alicante) |
Los quioscos ofrecen hoy un
repertorio surtido de revistas históricas, generalmente
divulgativas. Al éxito, hace décadas, de "Historia
y vida" e "Historia 16", se han sumado
otras recientes como "La aventura de la
Historia" o "Clío". Las colecciones de
cualquiera de estos títulos son un patrimonio cultural
excelente para quien las conserva. Pero ¿hasta qué
punto una revista histórica se emparenta con el
periodismo? Quizá sería éste un interesante punto de
discusión al que podrían aportarse algunas reflexiones.
Aunque se ocupen de hechos pasados, ninguna pierde el
contacto con la actualidad: sus formatos y diseños se
adaptan a un campo de lectores más abierto que el que
pretenden las publicaciones científicas; el tratamiento
de sus textos vigila tanto el rigor como la amenidad; sus
páginas dan en realidad noticia de nuevos hallazgos e
interpretaciones. Incluso los sucesos diarios justifican
sus reportajes: los atentados a las Torres Gemelas
provocaron explicaciones sobre el mundo islámico y el
terrorismo integrista; las guerras de Afganistán o de
Irak condicionaron no pocas aportaciones sobre el lugar
político de ambos países; la boda del Príncipe y Letizia
trajo al recuerdo el enlace de Alfonso XIII; el
estreno de la película "Troya" es pretexto
para la evocación de su guerra, sus personajes, su
arqueología. A su manera, buena parte de estas cualidades las cumplió de 1886 a 1893 una revista histórica que nació en Denia de la mano del canónigo, archivero e historiador Roque Chabás (1844-1912), director, redactor y cajista ocasional cuando tenía que reproducir inscripciones en íbero, griego, árabe o hebreo. Su título, "El Archivo", resultaba apropiado para el propósito. "Recoger la historia escondida en nuestros archivos o en manos de los aficionados, dar a conocer los descubrimientos modernos de arqueología y numismática y al mismo tiempo amenizar estos estudios con las flores de la literatura, he aquí lo que será el objeto de esta Revista", declaraba en su primer número. "Nuestros esfuerzos han de tener por campo la historia del Reino de Valencia en particular la zona que formó la antigua Contestania, en la parte de acá del Júcar en las provincias actuales de Valencia y Alicante". "El Archivo", que comenzó presentándose como "Revista literaria" y acabó como "Revista de Ciencias Históricas", aparecía en cuadernos. Los de cada año se encuadernaban en un tomo; de ahí que la colección completa no pase de siete. Los cuatro primeros se imprimieron en Denia, los tres restantes en Valencia debido al traslado de Chabás en 1891, al ser nombrado canónigo de la Seo valenciana, lo que supuso la ampliación del campo de interés geográfico de la revista: "Es preciso que su traslado a la capital le dé un carácter más local, o por mejor decir, regional", avisaba. En diciembre de 1893 se suspendía, en cambio, la publicación "por una temporada". Se habían publicado ciento siete cuadernillos que sumaban casi tres mil páginas. El final se preveía desde que en enero de 1892 su director anunció las dificultades económicas para sostener la empresa; se quejaba de la morosidad de 78 suscriptores. A pesar de que se esperaba una ausencia breve, "El Archivo" no reapareció. Se recuperó, eso sí, con la reedición facsímil del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert entre 1985 y 1995. La relevancia de la revista para la historiografía valenciana de su época fue loable. Con su método positivista, Roque Chabás combatió los viejos cronicones que trataban de reconstruir la historia del antiguo Reino de Valencia con concesiones, a veces, a la leyenda y con ensalzamiento fácil de ciertos protagonistas. Chabás acusaba a quienes llamaba "cronistas regnícolas" de copiarse unos a otros, de ignorar las fuentes primarias. Por eso su revista propuso lo contrario: "Penetrar en los archivos y sacar a luz clara lo que aún está oculto". Los cuadernillos acogían transcripciones de documentos, revisiones históricas provocadas por éstos, debates. Casi cien años después, el arqueólogo Enrique Llobregat todavía reconocía, en la introducción de la edición facsímil, el valor documental de una colección cuya lectura juzgaba "sugerente, ilustrativa y a menudo muy divertida". Foto: Roque Chabás (Archivo Municipal de Denia) |