Gonzalo Fortea, atípico y preciso
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Diario INFORMACIÓN (Alicante), 31-12-2009 |
Gonzalo Fortea fue un escritor atípico que huía del engreimiento, de la autosuficiencia y del narcisismo que sufren –en la mayoría de casos sin posibilidad de remedio– tantos autores convencionales. Escribía con precisión, manejaba el humor del absurdo y las situaciones kafkianas, muchas veces surrealistas, con una destreza que provocaba admiración por sus diálogos delirantes. Esta combinación no era de su invención porque tenía antecedentes en Ionesco y en el mejor Mihura, pero cada relato de Fortea –una metáfora de la derrota del hombre, como apuntó Javier Carro– es una pieza técnicamente perfecta desde su arranque imprevisto a su cierre. Un personaje podía pasar años atendiendo una llamada de teléfono en la que su interlocutor sólo decía de largo en largo “por favor, no cuelgue”, mientras que otro protagonista acababa en la guerra sin esperarlo. “Salieron tres hombres de un portal y me golpearon hasta dejarme sin sentido. Cuando desperté busqué en mis bolsillos el dinero, No me habían robado. Tampoco el reloj. Sentí frío en la cabeza y comprobé que me había cortado el pelo al rape. En estas condiciones no podía acudir a la cita con al mujer que había empezado a amar. Desesperado, tomé un taxi hasta el aeródromo y allí un avión al otro extremo del mundo. El otro extremo del mundo era semejante al que acababa de abandonar. Pronto me habitué al idioma. Hice amistades, superficiales, naturalmente, y casi sin darme cuenta me encontré con un fusil en la mano; hubo una confusión y me alistaron. Se me ordenó acudir a una guerra y matar al mayor número posible de enemigos”. A Fortea me lo descubrió Rafael Azuar en los ochenta, cuando me regaló un número de la revista “Forma Abierta” en cuyas páginas se reproducía uno de sus relatos. Tiempo después siete u ocho jóvenes nos reuníamos semanalmente en la desparecida cafetería Arniches y decidimos crear un premio para reconocer el mejor libro de autor alicantino editado cada año. El Premio Tertulia Arniches se lo concedimos en 1987 a Fortea por “Historias para un hombre dormido”. No teníamos claro que viniera a recoger la cerámica que entregábamos –se nos advirtió que no era dado a esas celebraciones– pero se presentó puntual. Le brindamos el discurso de rigor y él, en respuesta, pronunció el suyo, que constó sólo de una palabra: “Gracias”. Gonzalo Fortea es uno de esos escritores alicantinos injustamente desconocido. Muy pocos recuerdan que uno de sus libros, “Corazón frío”, fue editado por Tusquets en 1974 y que el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert publicó en 1991 una antología de sus relatos bajo el título “Resumen” que es hoy, sin duda, la mejor síntesis de su obra. |