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¿De qué lado está Dios en Estados Unidos? Sarah Palin, la ardorosa gobernadora de Alaska –no creo que ser ardorosa y vivir en la fría Alaska sea contradicción–, está convencida de que es republicano y no demócrata, y por eso espera recibir su ayuda para encontrar la puerta de la Casa Blanca dentro de cuatro u ocho años. Así lo ha dicho para conocimiento global, lo que provoca asombro y alguna reflexión. Ya que la democracia, que concede la decisión a los mortales, no le ha situado en la vicepresidencia estadounidense, lo que parece seducirle ahora es la teocracia. Y eso supone romper la confianza con las estrategias modernas de comunicación política, con esas tácticas de asesores de imagen que pasan facturas elevadísimas con tal de dar consejos sobre debates, mítines y discursos en campo abierto.
Encomendarse a Dios en
la próxima campaña, o en la siguiente, quizá le salga gratis a la
gobernadora, pero exigirá fe en la proeza y una vuelta a lo medieval en
un país sin Edad Media, o al menos –seamos precisos– sin medievo a la
manera europea. En Europa lo que se llevó hace siglos fue reinar por
delegación divina, hasta el punto de que los estrategas políticos, que
los había, los asesores que a la sazón querían influir en el poder,
cuando aconsejaban a un rey una conducta no reconocían que fuese
ocurrencia de ellos sino que aseguraban que así lo mandaba la ley
divina. Como además escribían en latín los tomaban muy en serio. Por eso
aquellos expertos salían antaño del gremio de teólogos. Se ve que Palin,
a diferencia de un Obama que sólo ha contado con ayuda humana –en
dinero para su campaña y en votos para rematar–, ha perdido la confianza
en la especie y desea no ya que Dios tome partido por los republicanos
sino que abuse de su omnipotencia en su favor, con lo que Estados Unidos
podría tener por fin una Edad Media en condiciones. |
El tándem Palin-Dios
Diario
INFORMACIÓN (Alicante), 14-11-2008