¡Es la economía, menos mal!

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [
www.joseferrandiz.com]

Diario INFORMACIÓN (Alicante), 24-7-2008

Igual usted no piensa lo mismo, pero yo estoy convencido de que la parte más cómoda para un gobierno es la economía. Y no sólo para los gobiernos: también lo es para la militancia afín, para simpatizantes sin carnet y coristas que comparecen en medios de comunicación. Uno puede suponer que en toda crisis económica tendrá su parte de responsabilidad el gobierno, con sus ministerios y ministros del ramo, pero no es así, eso sólo lo sostiene quien no entiende ni jota de economía. La realidad es distinta. Parece ser que ministros y presidentes gubernamentales sólo se reconocen responsables en tiempos de bonanza económica (acuérdense de Rodrigo Rato y Aznar, que la achacaban a sus políticas), pero no en días de crisis, sobre todo cuando éstas van precedidas de eufemismos tan estupendos como “desaceleración” y florituras similares, en cuyo caso los males y causas proceden de fuera (así lo dan entender Solbes y Zapatero): es decir, que las causas, según se nos instruye, hay que buscarlas en la economía global, en la subida del petróleo, en el aumento del euribor y en otros desastres por supuesto externos, únicamente externos, indiscutiblemente externos. También parece ser que ha tenido algo que ver la burbuja inmobiliaria, que como se sabe es otro fenómeno ajeno a nuestro país. En consecuencia no se nos aconseja sospechar –porque eso es darle carnaza a la oposición– que en la crisis tenga algo que ver el ejecutivo: los gobiernos, lamentándolo mucho, sólo pueden responder de los éxitos económicos, no de las estrecheces. Conviene que esta conclusión nos quede clara: cuando el superávit estatal se consume en seis meses la culpa es del exterior; cuando los ciudadanos luchan a cartera partida con su hipoteca la culpa es del exterior. ¡Que bello es vivir!, se titulaba una película. ¡Qué bello es ser ministro de economía!, podría exclamar cualquiera que sea nombrado para el cargo, no importa si el momento es propicio o adverso.