Médico de mentira
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Diario INFORMACIÓN de Alicante, 13-6-2007 |
Todo esto del ya casi extinto alcalde de Villajoyosa, José Miguel Llorca, que se ha hecho pasar por médico durante años sin serlo, me recuerda lo difícil que es a veces distinguir a un verdadero profesional de la salud de quien no lo es, y me recuerda también el chiste del paciente que padecía hemorroides y aguardaba solo en la sala de espera de una consulta de la que vio salir dos señores con bata blanca a los que les pidió que le examinaran allí mismo, solicitud que le fue atendida de inmediato al comprobarle tan desesperado, sin indicarle siquiera que pasara a otra dependencia más reservada. Los señores de la bata blanca inspeccionaron el lugar que tantas molestias causaba al impaciente paciente y luego se miraron, sin saber muy bien cómo explicarle la anomalía. “Esto –propuso uno al otro– debería verlo un médico”, comentario ante el cual reaccionó el sufridor ajustándose precipitadamente los calzones. “¿Pero cómo? ¿Ustedes no son médicos?”, inquirió. “No señor, nosotros somos los pintores”. Y es que, en verdad, todos llevamos un médico dentro, no importa la profesión que tengamos. A poco que nos tienten servimos en bandeja un diagnóstico a parientes o amigos, recomendamos un ungüento o jarabe y, si nos dejan, aseguramos mediante receta verbal qué otro medicamento se debe adquirir en la botica. Si no se nos pide opinión la damos igual y sugerimos un tratamiento a quien nos cuente su último achaque. La afición a la medicina nos viene a muchos desde la infancia; yo recuerdo que a los chicos de mi generación nos encantaba jugar a médicos con las niñas, que generalmente nos decían que no, a pesar de que la mayoría de niños sólo pedían hacer de practicante. Pero otra cosa es que un adulto siga jugando a médicos más allá del consejo de vecino, ejerza en una clínica sin titulación y lo calle, se autopresente ante el personal como médico y no lo sea, mienta y niegue la mentira que únicamente reconoce cuando está descubierta. |