Teresa reinventada
JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

Diario INFORMACIÓN de Alicante, 10-2-2007

El contrario sigue siendo el mejor aliado para la promoción de un producto. Y además sale gratis. Su colaboración no se basa en contratos, simplemente nace de provocaciones y trampas que se le tejen. A Ray Loriga, por ejemplo, le va a venir de cine que un crítico de la Iglesia haya descalificado su película "Teresa: el cuerpo de Cristo", de próximo estreno, asegurando que presenta una Teresa de Ávila con tocado de mística carnal más que de mística tradicional. Aunque el crítico eclesiástico le augura un fracaso de recaudación, es muy probable que, gracias a él y a sus declaraciones, ocurra al revés, con lo que contribuirá a buen seguro a que pasen por taquilla más espectadores de los previstos en principio.

No en vano, Santa Teresa es uno de los personajes de mayor interés que ha dado este país; quizá por ello, goza de un número de reinvenciones superior al de otros nombres. ¿Cómo era en realidad? No me atrevo a decirlo. Tenemos la Teresa inventada por ella misma en sus escritos y autobiografía –¿no es la autobiografía un género que encubre ficciones?–, tenemos la Teresa inventada por la Iglesia, tenemos la que creen descubrir los estudiosos literarios y tenemos la recreada en el cine, a la que Ray Loriga suma su reinvención. A falta de una visión única, todas merecen al menos atención. La hemos conocido, ya sesentona, retratada por un pintor "de mala mano", como decía Azorín, que también intentó inventar la suya en una pieza teatral que no llegó a empezar porque, trazado el boceto, lo juzgó "imposible". La hemos visto con la cara de Concha Velasco, la veremos con la de Paz Vega. En resumen, que tenemos una Teresa tan plural en el fondo y en la forma que no hace más que convocar a creadores diversos –hasta Voltaire y Stendhal, despegados del catolicismo, aludían a ella con respeto– que se acercan hacia su figura cada cual con su personal devoción, independientemente de que sean creyentes o no.