Ennio Morricone
JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

Diario INFORMACIÓN de Alicante, 26-1-2007

El cine ha introducido en la historia de la música piezas inolvidables; por ello el anuncio de que el Óscar Honorífico de este año recae en Ennio Morricone suena a reconocimiento justo, tras sumar cinco nominaciones en su biografía. Si la música es emoción –y a ver quién dice que no–, si la música sirve para manipular sentimientos, no hay duda de que son distintas las emociones que debemos al compositor italiano. Las bandas sonoras que acompañaron las películas que Sergio Leone se venía a rodar a Almería –"Por un puñado de dólares", "La muerte tenía un precio", "El bueno, el feo y el malo" o parte de "Érase una vez el Oeste", conocida en España como "Hasta que llegó su hora"– son ineludibles, del mismo modo que lo son sus composiciones para "La Misión" y otras películas ajenas al "spaghetti-western", género inconcebible sin el entendimiento Leone-Morricone. Hay una escena mítica en el que esa reunión alcanzó un momento de culto: la de Claudia Cardinale (Jill en "Hasta que llegó su hora") llegando en tren a la estación de un pueblo donde no le espera nadie porque quien tiene que recibirla ha sido asesinado. Cuando Jill mira el reloj de la estación comienza a sonar una música perfectamente sincronizada con los fotogramas que se suceden: su búsqueda de la persona ausente, sus preguntas en el interior de la estación tomadas por una cámara desde el exterior de las ventanas, la cámara que se eleva por encima del tejado de la estación para enfocar una panorámica del pueblo y, a continuación, su recorrido en carreta, conducida por un viejo carretero que le traslada por el paisaje del Oeste en dirección a una casa donde el espectador ya sabe que encontrará asesinada a la que iba a ser su familia. Toda esta escena no sería lo mismo sin la composición de Morricone. Verla quitándole la voz carece de emoción, lo que prueba su deuda a la partitura de un creador al que también, en esto de los Óscar, le ha llegado su hora.