Realizó su tesis doctoral sobre
Azorín, participó en las Obras escogidas del
autor de Monóvar que publicó Espasa en 1998 y ha
intervenido en congresos internacionales sobre el
escritor. Renata Londero, profesora de Lengua y
Traducción de la Universidad de Udine, ultima la
traducción al italiano de La isla sin aurora,
novela azoriniana de 1944 que publicará en Italia
próximamente la editorial Lignori, de Nápoles. ¿Por qué cree usted que
puede interesar en Italia La isla sin aurora?
Para mí es una "summa" de todos los
grandes temas de Azorín, de sus grandes conflictos, de
su deseo de equilibrio. Allí caben muchísimos autores
muy amados por él: Montaigne, Gracián, los filósofos
clásicos, Platón, Leopardi, uno de los autores
italianos que él apreciaba. Al mismo tiempo, es para mí
la novela más inteligible para un público más amplio.
Yo espero que no la lean sólo alumnos y profesores. La
trama es muy placentera, peculiar, en una isla perdida en
el Pacífico donde los personajes, que son el clásico
"alter ego" de Azorín el novelista, el
dramaturgo, el poeta, se encuentran no sólo con
personajes literarios como Fausto o Edipo sino con
personajes de fábula, fantásticos o mitológicos
el fauno, la hada, la ondina, todo en un hilo
narrativo para mí fascinante que involucra al lector.
Él, naturalmente, vuelve a introducir todos sus temas.
Porque claro, aquí estamos en pleno conflicto entre
apariencia y realidad, dentro de un ambiente que es
onírico pero que al mismo tiempo tiene que referirse a
la realidad como punto de referencia.
¿Cómo descubrió a Azorín?
Lo descubrí con mi profesora Elide Pittarello,
catedrática de la Universidad de Venecia, que había
dirigido mi tesina de licenciatura sobre Cernuda.
Estábamos pensando un tema para la tesis doctoral, que
haría luego en Bolonia con el profesor Caravaggi, y me
lanzó la idea de dedicarme a esas novelas poco conocidas
de Azorín, que no son las del Azorín más conocido de
la trilogía. Me animó a leerlo y empecé con Félix
Vargas. Me encantó el estilo escueto, preciso, y
junto con el estilo esa aparente falta de hilo narrativo,
esa fragmentariedad.
En los últimos años se han traducido al
italiano El político y La
voluntad. ¿El interés por el escritor en
Italia es sólo universitario o llega a un público más
amplio?
Lamentablemente es sólo universitario. Y se
debe al esfuerzo de algunos azorinistas italianos, sobre
todo de Francisco Martín y Lia Ogno, que es una muy
buena traductora de novelistas hispanoamericanos.
¿Ha descubierto algo en Azorín como traductora
que desconocía como investigadora?
Lo que me ha gustado descubrir es que al autor
se le aprecia de forma profunda si lo traduces,
verdaderamente penetras en su escritura. Y lo que me ha
gustado mucho es, aparte de la precisión extremada en la
elección de vocablos, el uso tan suelto que él hace de
los coloquialismos, los refranes, los modos de decir, que
él maneja de una manera tan irónica a veces. Me ha
resultado divertido este aspecto.
A los italianos se les atribuye esa frase de que
toda traducción es una traición. ¿Qué tal soporta el
estilo azoriniano su paso al italiano?
He intentado no traicionarlo, respetar lo
escueto de su estilo, también el fragmentarismo, esas
frases breves, las repeticiones continuas. Pero se
traslada bien. El problema más grande en Azorín es el
léxico, la gran propiedad, la precisión extrema que
naturalmente hay que respetar y reelaborar en otra lengua
porque es su precisa voluntad.
"En la Casa Museo
se respira el espíritu del escritor"
Las investigaciones de
Renata Londero sobre Azorín le han llevado en varias
ocasiones a la Casa Museo del autor en Monóvar que
regenta la Obra Social de la CAM. La primera vez que
estuvo fue en 1993, cuando elaboraba su tesis doctoral.
"Es un sitio donde de verdad, sin retórica, se
respira el espíritu de Azorín", dice. "El
sosiego que hay, la tranquilidad del mismo pueblo,
Monóvar, es fundamental para un azorinista; estudiar en
el ambiente suyo, manejar sus libros, sus papeles. Para
mí esto es un elemento imprescindible, sumado a esa gran
tranquilidad y a que el personal de la Casa Museo está
dedicado al investigador".
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