25 años y unos días

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

22 junio 2002

A estas alturas, a uno le va entrando ya vergüenza por no escribir sobre la Transición. La verdad es que cuesta adivinar por dónde entrarle al acontecimiento. El veinticinco aniversario de las elecciones del 15 de junio de 1977 nos ha deparado tal abundancia de testimonios e interpretaciones históricas que cualquier insistencia corre el riesgo de incurrir en repetición. No nos hemos enterado de ninguna novedad, pero al menos hemos podido asistir a un espectáculo notable de autobombo individual por el que cabe felicitar a sus protagonistas; especialmente a aquellos que intervinieron como secundarios y extras, que son los que más han escrito. Y así tenemos que gracias a quienes siguen siendo de derechas volvemos a oír que los principales actores fueron los reformistas franquistas que iniciaron la obra desde el viejo régimen y la continuaron desde la UCD, versión con la que discrepan los socialistas, que insisten en explicar que los verdaderos artífices fueron los de aquel PSOE que venía renovado de la clandestinidad, argumento que no coincide del todo con el de quienes militaban en el comunismo, seguros de que fueron los dirigentes y bases del PCE quienes forzaron con más ardor la llegada de la democracia, mientras que los monárquicos se mantienen en sus trece de que el "piloto" del cambio —como lo llamó después Charles Powell— fue el Rey.

A mí no me parece mal que cada cual se atribuya el mérito de la Transición por delante de otros; entre otras cosas porque intuyo que debe ser muy saludable para quien se lo guisa y se lo come, a la espera de reconocimientos ajenos. Y no me parece mal porque en el fondo prueba también —vista la variedad de escenarios y momentos narrados— que hubo un filósofo clásico que acertó a informarnos de que la razón es el bien mejor distribuido del mundo, pues nadie se queja de que le falte y todos aceptamos que tenemos de sobra.