Selectividad con MarinaJOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com] |
14 junio 2002 |
Los alumnos de selectividad se han
enfrentado a una gran prueba: redactar un comentario de
texto sobre un artículo de la admirada y sorprendente
novelista Marina Castaño, viuda notable del
parnaso literario español que ha aumentado su fama por
su confesado desinterés por las herencias. Marina
Castaño ha conseguido, por tanto, un paso más en su
consagración, al ser merecedora de la atención de
tantos examinandos, cosa que hasta ahora sólo estaba al
alcance de unos cuantos clásicos y de Jorge Valdano.
El artículo con el que han tenido que apechugar los
estudiantes que aspiran a entrar en la Universidad se
titula "La ley del silencio", y en él
justifica la célebre novelista su desdén hacia quienes
le critican. Con una prosa que quizá alarmaría a Óscar
Wilde, recurre la autora a explicar el origen de
algunas frases hechas como "la carabina de
Ambrosio", "a la luna de Valencia", el
"perro del tío Alegría" o "que si
quieres arroz, Catalina". Cito a Óscar Wilde porque
dicen que cuando fue juzgado se le presentó una carta
que le comprometía bastante. "¿Reconoce usted que
es inmoral?", le inquirió el juez. "Mucho
peor, está mal escrita", contestó Wilde. De las explicaciones que da Marina Castaño en este artículo de marzo publicado en "Abc" me ha resultado grata su lección sobre el perro del tío Alegría, perro que tenía que arrimarse a la pared para ladrar, lo que en prosa marinesca "se puede aplicar a todos los que se escudan en un apellido para salir a la calle y aprovecharse de él". Bonita noticia ésta del tío Alegría y su can que me recuerda una historia que oí hace años: la historia conmovedora de una joven que vivía en una península y a la que nadie conocía. La chica se ligó a un escritor mayor, ya consagrado y reconocido, y consiguió lo que sospecharon algunos que perseguía desde pequeña: que los habitantes de la península, e incluso otros de tierras lejanas, aprendieran su nombre y hablaran de ella. |