Tiempo de corbatas

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

5 junio 2002

Hace tiempo los soldados croatas llevaban en su uniforme una tira de tela anudada al cuello. Por razones de vecindad, esa prenda la conocieron los italianos. Y por otras razones —el traslado de mercenarios croatas a la Francia de Luis XIV en pleno siglo XVII— también la conocieron los franceses. Para un francés un croata era un "cravate", en tanto que para un italiano era un "corvatta", motivo por el que la tela anudada fue recibiendo esos nombres en cada uno de estos países. Los etimólogos españoles no se ponen de acuerdo, pero parece ser que la forma italiana influyó más en nuestro idioma que la francesa a la hora de introducirse la palabra corbata. En rigor, hubiera sido más justo llamarla croata, pero como aquí no se vieron en directo a aquellos mercenarios hubo que copiar del extranjero.

Hasta este punto la disquisición puede ser más o menos entretenida. Lo que ocurre es que uno piensa que el planeta no está en su mejor momento para distraerse hablando de corbatas. Los hay, en cambio, que no pierden la concentración. Ha ocurrido en Gran Bretaña, donde al presentador de la BBC que anunció la muerte de la reina madre le llovieron críticas porque apareció sin corbata negra; y ha ocurrido en España, donde un juez exigió a un abogado su uso en juicio. La atención que han provocado las corbatas, con estas dos noticias, ha llegado hasta el extremo de dedicarle reportajes por los que hemos sabido que los españoles tenemos una media de diecisiete, que nos duran tres años por término medio y que a quienes más nos gusta usarla —puestos a comparar por comunidades autónomas— es a gallegos y a valencianos. No está mal, tratándose de algo que nadie acierta a explicar para qué sirve. Yo, particularmente, no sabría decir si la corbata sobrevive por estética o porque se sobrepone a los botones de la camisa, ocultándolos. Pero me las pongo.