El euroengaño de TVE

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

27 mayo 2002

Televisión Española ganó el festival de Eurovisión 2002. Conseguir que un espectáculo decadente que apenas despertaba interés en nuestro país vuelva a atraer la atención de la audiencia es un triunfo indiscutible, aunque se sustente en el euroridículo. Quienes representaron a España en el escenario interpretaron su papel con dignidad, a pesar de que la coreografía encomendada parecía sacada de una fiesta adolescente de fin de curso y de que la canción no era nada del otro jueves. A Rosa, Gisela, Chenoa, Geno, Bustamante y Bisbal hay que descargarles de toda responsabilidad, pues salieron a interpretar y cumplieron; y hay que compadecerse de ellos por la cabra que, de puertas adentro, había vendido TVE. Envueltos en una borrachera de éxito, quizá les hicieron creer que la conquista eurovisiva no se iba a resistir; pero una cosa es vender "cedés" en un país cuya televisión pública les promociona durante varias horas a la semana y otra enfrentarse a un público no sometido a la misma propaganda. Ningún responsable de TVE manifestó esa desventaja antes de vender la moto de que España era favorita o de que el fenómeno Rosa arrasaba en Europa. TVE ha demostrado que desde la pantalla es fácil fabricar estrellas y despertar ilusiones falsas entre sus espectadores. Todo es cuestión de insistir. Y la victoria estaba tan cantada que hasta una reportera de la cadena trataba de rebajarle la presión a Rosa en una entrevista previa, anticipándole que si quedaba segunda o tercera tampoco pasaría nada. Tanta seguridad debió sobrar en la expedición española que ni siquiera la cantante granadina, cuando ya estaba descartada para el triunfo, se levantaba a celebrar con sus compañeros que Suiza y Bélgica le concedían la máxima puntuación, gesto desagradecido que sólo corrigió a la tercera, cuando Francia le premiaba con doce puntos más. Como millones de televidentes españoles, Rosa parecía una víctima más del euroengaño de TVE, que ganó decepcionando.