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| De la crisis a la gloria. Este podría ser
el título de los últimos doce meses del Valencia CF. En
mayo de 2001 caía en la final de la Champions por
segunda vez consecutiva; poco después perdía plaza para
la Champions siguiente en los últimos minutos de la
liga; Cúper —el entrenador del doble
subcampeonato europeo, pero también el que no pudo dar
títulos al club, salvo la supercopa española que se
encontró nada más llegar— acababa contrato; no
mucho después, Mendieta —"buque
insignia" del equipo, murciélago del escudo, como
se le llamaba— emprendía su huida, a la búsqueda
de una mayor consagración en el Lazio que se ha quedado
en fracaso. Por si fuera poco, la marcha de Mendieta
tenía un epílogo: la dimisión del presidente Cortés. Se dijo y se escribió entonces que el Valencia acababa de cerrar una etapa brillante, y se recordaba que un año antes ya habían abandonado Piojo, Farinós y Gerard. Hubo problemas para sustituir a Cúper, renunciando Mané, Irureta, Luis Aragonés y Ranieri, y dirigiendo la mirada hacia segunda división, por si se encontraba un candidato dispuesto a subirse al barco a la deriva. Y en eso llegó Benítez, que hasta tuvo que tragarse pintadas en su contra antes de empezar a trabajar. Con él rindieron los que permanecían —los Cañizares, Pellegrino, Carboni o Kily— y los que vinieron a sustituir las bajas de la temporada anterior y la que iba a empezar: los Baraja, Vicente o Rufete. Hoy ya sabemos que no les faltaba razón a quienes querían vaticinar que se cerraba una etapa. Sin Cúper, sin Mendieta, sin Piojo, sin Farinós, sin Gerard, el Valencia ha logrando lo que a esos antecedentes brillantes les faltó: un título de calibre, la quinta liga, 31 años después de que los históricos Claramunt, Sol, Paquito o Valdez, entrenados por Di Stefano, levantaran la cuarta (las tres primeras son de los años cuarenta). Los títulos tienen su jerarquía, y en la historia del club las muy dignas etapas de Ranieri —con copa del Rey— y Cúper —con supercopa española y dos finales de Champions— ya han sido superadas por Benítez. |
¡Che, qué liga!
6 mayo 2002