Clonación televisiva

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

9 abril 2002

Está claro que cada cual se agarra de donde saca tajada. Hablo, naturalmente, de tajada en euros, que a mas de ser legítima y comprensible provoca en quien los recibe mucha gratitud hacia su pagador. Según recogieron los periódicos, el presentador Pepe Navarro arremetió justo antes de ponerse a conducir Gran Hermano III —ese hallazgo tan rentable para Tele 5 como innecesario para la sociedad— con una manifestación de lo más simpática: la de que Operación Triunfo es un "clon" de Gran Hermano. Si era por calentar el ambiente el detalle se comprende; si se lo creyó el asunto es más preocupante. Ambos programas pretenden ser un espectáculo que no busca otra cosa que lo que el resto de programas, vayan de "misses" o de fauna rosa: obtener los mayores ingresos por publicidad. En eso la clonación televisiva está más que probada; no basta con lamentar lo que inventan, también hay que lamentar lo que copian. Y ahí si que puede que Pepe Navarro tenga razón. Lo que ocurre es que no está de más distinguir entre emisiones que producen algún beneficio a la sociedad —un reportaje de investigación que descubre, por ejemplo, corruptelas en asuntos de interés público— y los que sólo producen beneficios a la cadena que los emite. Operación Triunfo es un caso de negocio redondo que merecerá estudiarse en los "masters" de marketing, sí, pero al menos ha dejado ver la cara que está detrás del éxito: esa que enseña que para practicar un arte con dignidad hay que entrenarse. Otra cosa es que luego cante mejor, mucho mejor, Chenoa que Bustamente. Gran Hermano, en cambio, toma su título de la siniestra red de vigilancia con la que George Orwell simbolizó el totalitarismo en su novela "1984" —lo que ya es tener mal gusto— y sólo permite contemplar a un grupito ocioso haciendo no se sabe qué. No es por desanimar, pero a la vista de las audiencias sospecho que el país debe de estar muy aburrido para entretenerse así.