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| "La ignorancia de las leyes no excusa
de su cumplimento", proclama el Código Civil. Pero
todos sabemos que si en algo nos parecemos los españoles
del norte con los del sur, los del este con los del oeste
y los de costa con los de interior es en nuestro común
desconocimiento de la ley. En cuestiones legales no vale
hacerse el bobo, pero he aquí que siempre hay
excepciones. Acabo de leer que la ignorancia de la ley
sí ha servido a un hombre de setenta años, llamado don
Antonio, para quien el fiscal que tenía que acusarle
—que empezó, de hecho, pidiendo veinte años de
prisión— ha solicitando su absolución. El asunto
se ventila en la Audiencia de Valencia y el acusado fue
demandado por haber forzado varias veces a su consorte
doña Catalina, de setenta años también, a practicar el
sexo con él, incluso después de sufrir la mujer una
transfusión y una operación de vesícula, momentos en
que como es público y notorio la líbido se rebaja
considerablemente y no hay cuerpo que aguante ni un
vaivén. Doña Catalina no se rebeló hasta algo
después, hasta el día en que el fogoso don Antonio le
citó en el comedor, circunstancia que ella aprovechó
para salir huyendo. ¡Pero don Antonio, por Dios! Domine usted su ardor y no abuse de doña Catalina, la pobre, que va a meter a la jurisprudencia en un aprieto. Forzar a una mujer —sea consorte, querida o desconocida— suena a delito, aunque usted haya alegado que la Iglesia consagró su coyunda y que el cura les casó para lo bueno y para lo malo. ¡Hombre, don Antonio! Comprenda que ha tenido suerte con el fiscal, que le achaca "déficit cultural" y supone por ello que usted no sabía que cometía delito. Pero eso es lo nunca visto, don Antonio. No es normal que a uno no se le resista ni el Código Civil. Y no digamos ya si sienta precedente. Entonces sí que nos la lía usted, pero de verdad. |
Ignorancia de ley
4 marzo 2002