Charo Conde

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

26 enero 2002

Tiene razón Camilo José Cela Conde, el hijo de Cela, al quejarse de que pocos se acuerdan de la contribución de su madre, Charo Conde, a la obra del que fue su marido durante cuarenta y cinco años. Y es que en esto de las consortes de personajes célebres siempre quedan misterios. Elsa Maxwell ya observó que muchos hombres deben los primeros éxitos a su primera mujer y la segunda mujer a sus primeros éxitos. Charo Conde es la que cuidó de que al escritor le rodease el ambiente adecuado para sus creaciones, el entorno que posibilitaba su concentración; aunque estas cosas también tienen sus desventajas, especialmente para los descendientes de padres demasiado concentrados. Una de las últimas declaraciones de su hijo da ciertas pistas: "Lo primero que descubrí de inmediato es que a mi padre no se le podía molestar. Estaba aislado, fuera, y yo, pues claro, los niños hacen ruido cuando juegan, y eso no podía ser por motivos obvios. Así que la primera imagen que tengo no es la de verle escribir, sino la de no verle escribir. La de verle metido en una especie de nicho".

En muchas conversaciones que mantuve hace años con Miguel Signes, el novelista de Tárbena, y su esposa Marita, solía salir al recuerdo la estancia de ambos en 1959 en la casa de Mallorca donde vivían los Cela, invitados durante varios días. A Signes le gustaba evocar la disciplina del escritor, del que pudo constatar que escribía por la noche, hasta las seis de la madrugada. Luego dejaba sobre la mesa sus papeles manuscritos, trazados con letra menuda y con correcciones, papeles que se encontraba Charo Conde por la mañana y le pasaba a máquina como aplicada mecanógrafa, dejando en limpio sus libros, correspondencia y artículos. Signes reveló ese mundo íntimo de Cela en un amplio reportaje que publicó la revista "Destino", donde no olvidó ni el detalle de que era Charo Conde quien le recargaba las estilográficas al clásico.