Colapso anunciado

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

12 enero 2002

Nos dolemos y nos preguntamos cómo Argentina, que hace casi un siglo estaba entre los diez países más favorecidos del mapamundi, que acogió a miles de inmigrantes a los que enriqueció y recibía piropos como "granero" internacional, se ha superado a sí misma en su propio caos. Mario Vargas Llosa acaba de publicar un artículo cuyo título resume esa perplejidad: "¿Por qué? ¿Cómo?". El título es, en cierto modo, una reincidencia de lo que otros muchos han intentado explicarse estos días: los motivos que han llevado a unos sucesos que, incomprensiblemente, han sorprendido a los no argentinos. El colapso, en cambio, estaba anunciado, como se anuncia un estreno de cine. "Han aumentado los riesgos de que la crisis argentina entre en una espiral", avisaba cierto informe de Merrich Lynch conocido en julio de 2001 y tachado de alarmista, con prontitud, desde Buenos Aires. "La voracidad de los vivos se regodeará con la rapiña, pero el país que comandan —el barco en que navegan— terminará por hundirse junto a ellos", imaginaba el ensayista Marcos Aguinis hace unos meses en su libro "El atroz encanto de ser argentinos", volumen esclarecedor y crítico editado allí por Planeta, del que hay que lamentar que no se haya distribuido en España. La opinión de Aguinis importa porque viene de dentro, del conocimiento de un modo de ser argentino que se ha impuesto sobre otros modelos. Él mismo recuerda que el mejicano Mario Moreno, el inolvidable Cantinflas, llegó a diagnosticar que Argentina estaba compuesta "por millones de habitantes que quieren hundirla, pero no lo logran" —humorada que parece ahora optimista— y que el economista Paul Samuelson ya patentó, en tiempos en los que existía la URSS y sus satélites, una curiosa distinción de países en cinco categorías económicas: los capitalistas, los socialistas, los del "muy heterogéneo" Tercer Mundo, Japón y Argentina.