Nosotros los gallegos

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

20 diciembre 2001

Aunque no nos soplen gaitas como a Fraga, todos los españoles —procedamos de Andalucía, Valencia, Castilla o Cataluña— somos "gallegos" para los argentinos. Peor es lo de los chilenos, que al parecer acostumbran a llamarnos "coños", hasta el punto de que en la guerra civil llegaron allí un buen número de exiliados, parte de los cuales fueron recibidos con una pancarta sobre la que podía leerse un alborozado mensaje de bienvenida: "¡Viva los coños republicanos!". El caso es que los argentinos lo están pasando mal con sus ajustes económicos de urgencia, pero no pierden el humor. Son capaces de practicarlo cuando sus autoridades les sitúan al borde de la catástrofe o, como han conseguido ahora, en la catástrofe misma. Creo que esa es una de las virtudes más serias del argentino: la de reírse de sí mismo cuando dan ganas de llorar, recordando incluso —me consta que algún intelectual crítico lo ha hecho— la pequeña broma que se consintió Jacinto Benavente cuando les reveló que con las mismas letras de la palabra "argentino" podía escribirse "ignorante". Ante la adversidad, el humor es una salida saludable que, al menos, no ha sido puesta en ración por el gobierno. Y en momentos así me cuentan que los españoles jugamos un papel social y esencial, ya sea para que nos den candela después de que Iberia invirtiese en Aerolíneas Argentinas y la condenara a la crisis, ya sea como pasto de los famosos chistes de "gallegos", que son allí lo que los de Lepe aquí. En uno que le han enviado por correo electrónico a un amigo argentino residente en España se le permite a un preso español elegir su modo de ejecución, optando por morir de sida. Llega el médico y le inyecta el virus, ejecución que soporta el preso con una risa ofensiva. "¿Cómo puede reírse, si le estoy inyectando el sida?", inquiere su verdugo. "Es que me he puesto un preservativo", desafía el "gallego" triunfante y partiéndose de risa.