La doble cara de Walt Disney

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

5 diciembre 2001

Como el dios Jano, la memoria de Walt Disney tiene dos caras. El mito que puso las bases de una factoría que ha proporcionado a los niños tantísima diversión tuvo un comportamiento personal cuestionable. Walt Disney nació hace cien años, parece ser que el 5 de diciembre de 1901. Y digo que parece ser porque esta fecha fue para él tan incierta —nunca dio con su partida de nacimiento— como la identidad de sus padres, quedándose en la duda de si nació ese u otro día, de si el matrimonio que lo crió era el de sus auténticos progenitores o no, y de si vino al mundo en Chicago o en Mojácar, como se rumorea por este pueblo andaluz y sostiene con convicción uno de sus biógrafos de última hora. Se asegura que Disney no llegó a aclarar esos misterios, como tampoco aclaró incertidumbres que se ciernen sobre las creaciones que le hicieron famoso. El historiador Juan Pando traía a cuento en un reciente reportaje alguno de estos puntos oscuros, así como su lamento sobre Mickey Mouse poco antes de morir: "Resulta patético que le recuerden a uno por haber creado un ratón", frase muy apropiada para aumentar las leyendas que se tejen en torno a ciertas celebridades. Pero la verdad es que a Disney, desde su muerte en 1966, no sólo se le recuerda por las familias de ratones y patos que regaló a la mitología infantil. Aunque nadie discute que era hombre de ideas, sus biógrafos más severos tiran a dar y se han propuesto sacar al fresco su cara turbia. Es la cara, según ellos, del dibujante que no consiguió trazar a sus criaturas como realmente las conocemos, trabajo que perfeccionaban sus empleados en la sombra para gloria y riqueza de su jefe; o la del delator al FBI de discrepantes ideológicos, de anticapitalistas metidos en el mundillo del cine en tiempos en que los poderes estadounidenses consumaban su voraz caza de comunistas. Blancanieves, la Bella Durmiente o Bambi conmovían, entretanto, a los niños del mundo con su inofensiva bondad.