Cortesía parlamentaria

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

1 noviembre 2001

Gracias a una salida de tono de Mariano Rajoy nos hemos acordado de que el Senado existe, de que no es sólo una mención constitucional. Y gracias a ese recordatorio se puede decir, también, que no hay palabrota que por bien no venga. La escena es reciente y todavía colea. El vicepresidente del gobierno y ministro del Interior se fue al Senado a contestarle unas cosas al exalcalde socialista de Madrid Juan Barranco, que desde algún tiempo distrae su pase a la reserva en el Senado. Barranco tenía preparada la batalla e incomodó al ministro con facilidad, recordándole el desconcierto policial que se vivió en la Villa y Corte el pasado 12 de octubre, cuando el atentado de ETA de la plaza Colón. Tanto debió gustarle a Rajoy su acometida que, tras razonarle la respuesta y cerrar el micro para poner a salvo del Diario de Sesiones cualquier explicación de más, se consintió como arranque de cortesía parlamentaria este soberbio epílogo: "A tomar por culo".

Lo dijo por lo bajo, sin caer en la cuenta de que en susurro es cuando más afinan la atención los cronistas parlamentarios. Sin querencia del vicepresidente, a buen seguro, la lindeza sonó al natural, dando juego a que la prensa diaria se lo trajinara en la rotativa esa misma noche y presentara glosa de su intervención a la mañana siguiente, recordándonos que sí, que el Senado existe. Rajoy pudo haber dicho "anda y que te den", para no aludir a partes ocultas de la anatomía; pero se fue por lo campechano, quizá a sabiendas de que el trasero ya alcanzó consagración literaria con Quevedo, que lo describió con esta bellísima metáfora: "Su sitio es en medio como el del sol: su tacto es blando: tiene un solo ojo, por lo cual algunos le han querido llamar tuerto, y si bien miramos, por esto debe ser alabado pues se parece a los cíclopes, que tenía un solo ojo y descendía de los dioses del ver".