La revista de Ana Rosa

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

31 octubre 2001

Acabo de dar un suspiro de alivio. Por fin, la revista de Ana Rosa Quintana, de la que acaba de publicarse su primer número, ha entrado en casa de la mano de mi encantadora esposa. Confieso que he medido mis pasos y palabras durante varios días de incertidumbre en los que, cada vez que veía el anuncio de la novedad, he deseado en la intimidad esa revista, sin atreverme a pedírsela a la quiosquera. La había visto expuesta en el quiosco, sí, y estuve apunto de comprarla, pero había gente y no quise dar pie a ninguna chirigota a mis espaldas. Entonces concebí un segundo plan: acumular en la misma compra un par de semanarios, tres diarios, la entrega quincenal de un CD de música clásica o de jazz —daba igual— de esas colecciones lanzadas hace meses, un fascículo de arqueología, una pieza de otro coleccionable que sirve para montar el Titanic y, de paso, la revista de Ana Rosa, no sin convencer a la quiosquera con la explicación de rigor: "y ésta, que me la ha pedido mi mujer, me la llevaré también". Pero me parecía injusto adjudicarle la responsabilidad a mi consorte, que apenas demostraba interés por adquirirla, a pesar de que, con cara de desentendido y mueca de indiferente, yo le iba avisando, a ver si picaba: "¿Sabes que ha salido una revista nueva de Ana Rosa?". "Ya". "Es muy barata". "Ya". Sólo entonces diseñé el plan definitivo. Consistía en sacar del armario la gabardina para vestírmela con las solapas del cuello levantadas. Luego cambiaría las gafas habituales por otras de cristal oscuro, rescataría la pipa de la vitrina, aunque no fumo, y por último me encasquetaría hasta las cejas la boina que guardo de mi abuelo. Estaba seguro de que con semejante pinta la quiosquera no iba a reconocerme, pero me salvó mi simpática esposa cuando entró en casa y me avisó desde la puerta.
— Pepe, te traigo la revista que querías: la de Ana Rosa.