Mujeres afganas

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

19 octubre 2001

La solidaridad reciente con las mujeres afganas da un poco de vergüenza. Hace cinco años que los talibanes mandan —decir que gobiernan sería excesivo— en Afganistán, que sus mujeres se pasean bajo el "burka", que no tienen derecho ni a la educación, ni a la sanidad, ni al trabajo. ¿Qué ha hecho, entretanto, la comunidad internacional por la libertad de esas mujeres? ¿Qué han logrado las subvencionadas ONGs que aseguran luchar por los derechos humanos? ¿Qué hemos hecho los demás?

Me viene a la memoria el fracaso de la campaña "Una flor para las mujeres de Kabul", propuesta por la italiana Emma Bonino en 1998, quien en vez de conmoverse en casa viajó a Kabul a solidarizarse con las mujeres de allí. Naturalmente fue arrestada y devuelta a Europa. En su campaña, quería movilizar a la comunidad internacional para que denunciara, aislara y obligara a las autoridades afganas a respetar la Carta de las Naciones Unidas y los convenios internacionales suscritos por el país. No tardó en constatar las reservas de ciertos gobiernos y grupos de presión para quienes era más importante, dijo, cultivar buenas relaciones con los talibanes por razones geopolíticas e intereses que iban desde los hidrocarburos hasta la droga que solidarizarse con las mujeres de Kabul. A la diputada italiana en el Parlamento Europeo —institución que tuvo el gesto retórico de denunciar la situación y aprobar una medida inútil, la de dedicar a las mujeres afganas el Día Internacional de la Mujer— no lo quedó más suerte que esperar a dilucidar esta duda: "si nuestro mundo es un mundo en el que la libertad de una persona vale al menos tanto como un barril de crudo". Supongo que, a estas alturas, ya conoce la respuesta. Y supongo que sabrá además que la liberación de las afganas, si llega, no será por prioridad solidaria sino por "efecto colateral" de la operación "Libertad duradera".