Caña al Príncipe

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

18 octubre 2001

Ocurrió el día de San Juan, en 1999. Tocaba foto de familia en el palacio de La Zarzuela y el rey Juan Carlos se acercó a los periodistas acreditados para regalarles una primicia: "El Príncipe se casará —dijo bromeando— cuando le dé la gana". Queda claro que semejante manifestación, tomada entonces con humor, motivaría ahora discrepancias más agrias; y, de hecho, el debate sobre una posible boda entre Felipe de Borbón y Eva Sannum llega ya a extremos de descalificación preocupantes. Mientras la afición se reconoce dividida y al mismo tiempo ansiosa por ver pamelas de relumbrón, los monárquicos se han puesto a darle caña al Príncipe.

La controversia la elevó el educadísimo Sabino Fernández Campo, exjefe de la Casa Real, al argumentar que la monarquía está para "unir y aglutinar" y que si las complicidades del Príncipe con la modelo despiertan divergencia entre los españoles entonces se producen "arañazos en la institución". Esos tonos amables no se han visto confirmados por quienes vienen terciando después. El escritor José Luis de Vilallonga, que no desaprovecha ocasión para llamar la atención y vender unos cuantos libros más, llama al heredero "niño mimado que no ha dado golpe en la vida", ignoro si en gratitud a que se le dejaran grabar en 1993 setenta horas de conversación con don Juan Carlos, de donde salieron sus obras "El Rey" y "Franco y el Rey"; al historiador y académico Manuel Seco Serrano le parecería "lamentable" que se produjera la boda y prefiere "no pensarlo"; y un conocido columnista recomienda, con más poesía, "no bajarse los pantalones de la Historia a causa del encoñamiento de un niñato".

Yo no entiendo de lances reales y en mi peluquería no compran el "Hola"; pero pienso que todo esto querrá decir que, si la boda se celebra, los únicos invitados que van a ir son los republicanos.