De utilidad pública

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

10 octubre 2001

Apúntese estos nombres: Timothy Hunt, Paul Nurse y Leland Hartwell. Los dos primeros son británicos, el tercero estadounidense. Es muy probable que los oiga o vea escritos durante unos días y luego deje de verlos y oírlos. Gajes de la actualidad. Cabe la posibilidad, incluso, de que ni siquiera llegue a saber de ellos. Por lo que le estoy diciendo, ya puede suponer que no se trata de tres actores de Hollywood de nueva generación. Y, sin embargo, merecen toda la atención, pues son los tres científicos que han recibido el premio Nobel de Medicina por saber cómo se divide una célula, lo que supone —dicen los expertos— abrir nuevos caminos de lucha contra el cáncer. Por eso mismo, por la trascendencia de sus hallazgos, Hunt, Nurse y Hartwell son nombres a los que no se les puede regatear la calificación de personajes de utilidad pública.

De sus avances, y de los de otros muchos que no han llegado al Nobel, se beneficiarán millares de enfermos de cáncer en el planeta, así como sus familias y sus entornos sociales. Pero es casi seguro que sus nombres, pasados los efectos de popularidad transitoria que concede el galardón sueco, sólo sean seguidos por la comunidad científica. En nuestro país, por ejemplo, tres científicos extranjeros que ganan el premio Nobel sólo tienen una cosa garantizada: el mayor desinterés posible. Puede que en el fondo esto sea un alivio para todo investigador, especie que no soporta bien las distracciones ni el clamor popular; pero, en todo caso, lo que parece claro es que, por mucho que progresen sus investigaciones sobre el cáncer, la atención a los hallazgos de Hunt, Nurse o Hartwell —de indudable trascendencia social— será, entre nosotros, muy inferior a la que conseguirán otros asuntos como la separación de Norma Duval o cualquier rifirrafe que mantenga esta semana un futbolista con su entrenador.