Casa de citas

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

15 septiembre 2001

El caso Gescartera se supera. Es la versión real de la aventura del mosquito que nació en un barril y creía disponer de un gran espacio. Al cabo del tiempo descubrió un agujero y salió a la despensa, admirándose de su amplitud. Tras habituarse a revolotear a sus anchas, vio luz filtrándose por una grieta y se dirigió a ella. "¡Esto sí que es espacio!", exclamó al salir. Viene a pelo la comparación porque el universo de Gescartera es cada vez mayor, con lo que parecemos mosquitos asombrados. Incluso ha conseguido que el selecto manojo de señorías parlamentarias que participan en la Comisión de investigación conviertan al Congreso en una casa de citas. Los grupos de la comisión han proporcionado sus respectivas listas de citados a declarar. Y no hay más que revisarlas para entrever que los partidos, especialmente los mayoritarios, parecen más interesados en cubrir de implicaciones al rival político, tapando las vergüenzas propias, que en llegar al fondo de la cuestión con objetividad, como ingenuamente desea el contribuyente. Del cruce de manifestaciones sabemos que hay populares y socialistas que mantuvieron tratos con Gescartera; que el chiringuito se constituyó cuando gobernaba el PSOE, a quien los populares acusan de no haber velado por la pureza de la creación, y engrandeció gobernando el PP, cuyos controles no adivinaron el desaguisado, subrayan los socialistas. El caso es que los populares están de los nervios espantándose la pulga molesta de Gescartera cada vez que uno de los suyos aparece ligado a la firma. Lo mismo que los socialistas, que notan como algunos de sus militantes pueden estropear ese intento de equilibrio en la historia de la corrupción española que consiste en adjudicarle al gobierno de Aznar un escándalo a la altura de los que salpicaron los gobiernos de Felipe González. Y claro, la incertidumbre es grande para el ciudadano, que ignora si da más tranquilidad que éste sea un caso del PP o del PSOE.