La entrevista más difícil

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

8 septiembre 2001

"¿Don Ramón Serrano Suñer?", pregunté. "No está", respondió la asistenta desde el otro lado de la puerta, que mantuvo cerrada. "Es que he quedado con él a las siete para hacerle una entrevista". "Pues no está, ha salido y no sé lo que tardará en volver… yo le abriría, pero comprenda que no sé quien es usted". "Entonces volveré en media hora". El diálogo tuvo lugar un sábado de mayo de 1990, ante el domicilio del exministro y "cuñadísimo" de Franco. Serrano Suñer tenía ochenta y ocho años y el próximo 12 de septiembre llegará a los cien. La ocasión se pinta sola para revisar su papel en los primeros años de posguerra como diseñador del régimen de su cuñado Paco y para recelar, una vez más, de sus testimonios. Los historiadores actuales cuestionan sus versiones y se preguntan por qué los archivos de su época de ministro de Asuntos Exteriores, la de los contactos con la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, no están en el ministerio. Fabulador de su pasado, le ha llamado Javier Tussell.

A Serrano Suñer lo entrevisté, a pesar de su asistenta, para un diario madrileño. Se avecinaba el traslado de los restos de Azorín a Monóvar y el periódico me lo encomendó por su condición de albacea testamentario del escritor. Se trata de la entrevista más complicada de mi vida. Pensaba estar media hora con él y estuve tres; necesitaba declaraciones sobre su relación con Azorín y se me desviaba al encuentro de Franco y Hitler en Hendaya, del que el fue testigo privilegiado, para estudiar la posible entrada de España en la Segunda Guerra Mundial. Escenificaba distintos personajes, cambiándose de sillón, y me confesó que Hitler se pasó el rato bostezando. Fue una proeza periodística sacarle información sobre su trato con Azorín, pero a cambio salí con una cinta grabada de hora y media —nunca utilizada— que contiene ciertas interioridades de sus entrevistas con los nazis y sobre algún Consejo de ministros, que no sé si creer.