Hubo otra noruegaJOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com] |
6 septiembre 2001 |
Esto de intentar llegar a un matrimonio real
con una noruega no es nuevo en el paisaje peninsular:
hubo un precedente frustrado en el siglo XIII. En plena
discusión sobre si el Príncipe Felipe se casará
o no con Eva Sannum, nos hemos olvidado de aquella
Cristina de Noruega que no fue reina de Castilla
por los pelos. Y es que la dedicación actual al debate
nos tiene tan entretenidos que nos impide mirar atrás.
No en vano nuestro país acredita una rancia tradición a
la hora de meter las narices en las parejas ajenas, y
aquí no se libra ni el Príncipe, en desventaja por
tener su matrimonio el tocado de cuestión de Estado.
Así que no hay celtíbero ni celtíbera que perdone su
parecer, aprovechando las horas de entrenamiento de
tiempos de Isabel Sartorius. A todo esto el Príncipe no ha dicho ni pío, pero si el asunto es cierto tendrá la oportunidad de conseguir lo que no alcanzó Alfonso X el Sabio para la Corona de Castilla: convertir en consorte a una noruega. Alfonso X se lo propuso después de casarse con Violante de Aragón hija de Jaime I el Consquistador y Violante de Hungría cuando no era más que una niña a la que, con seguridad, no le bajaba la regla. Como pasado un tiempo no llegaba la descendencia, Alfonso se animó a repudiarla alegando infecundidad. Incluso negoció un nuevo matrimonio con Cristina de Noruega, precedente medieval de Eva Sannum. Pero ocurrió que, mientras la elegida realizaba su largo viaje a Castilla, se confirmó el embarazo de Violante, y la nórdica se encontró con que, a su llegada, el castellano contaba ya con una criaturita llamada Berenguela. Para que no perdiera el viaje ni sintiera agravio, tuvieron que casarla con un hermano del rey que ejercía de abad e iba para arzobispo de Sevilla, obligándole a colgar el hábito para atender a la noruega seguramente rubia como se merecía.
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