Uno de los grandes

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

1 septiembre 2001

Quienes busquen en "Mi último suspiro", el libro de memorias del director de cine Luis Buñuel, grandes parrafadas sobre Paco Rabal, a quien elevó a la dimensión de actor internacional en "Nazarín", "Viridiana" o "Belle de jour", se llevarán seguramente una desilusión. Buñuel no era dado al elogio fácil ni mucho menos a la laudatoria extensa. La diferencia entre un genio y un político consiste en que el genio requiere muy pocas palabras para expresar mucho y el político necesita demasiadas para no decir nada de provecho. Por eso es muy probable que lo más generoso que escribió Buñuel en sus memorias sobre Rabal —que acostumbraba a llamarle "tío"— parezca poco: "Me agrada el actor y me agrada el hombre". Y, sin embargo, fue muchísimo, viniendo de quien venía.

El currículo de Rabal es uno de los más cumplidos del cine español. Recuerdo que, de pequeño, oía a algún mayor asegurar que él y Fernando Rey eran los actores españoles más internacionales, y esas cosas se te quedan. Buñuel, que a su vez era el director español más reconocido en el mundo, tuvo bastante que ver con ese rango internacional de ambos, al incorporarles al reparto de varias de sus películas. Ante personajes así sería justa la vergüenza de la legión de advenedizos y advenedizas que no presentan más alforjas cinematográficas que la ambición de "glamour", la aspiración de chupar página en semanarios de papel "couché" o la vocación de profesionalizarse como picaflor en los programas más frívolos de televisión. Son los que anuncian proyectos que no llegan a consumarse, los que cuentan estancias en Estados Unidos donde no acaban de pasar la prueba (eso que los angloparlantes de allí y los horteras de aquí llaman "casting"); los que, en definitiva, no entienden todavía que la interpretación es otra cosa y que, por ello, siguen lejos, muy lejos, de los grandes.