El enemigo está triste

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

15 julio 2001

No hay duda; desengañado quedaría Pero Grullo si creyó que la exclusividad de las perogrulladas le correspondía. Loreto Valverde también se ejercita en el género de vez en cuando. Pongamos por caso la entrevista de televisión catalana en la que, a la pregunta de qué le hacía reír, respondió sin más que "el humor".

Perogrullada indiscutible, la cuestión es que a los demás nos pasa tres cuartos de lo mismo. Y por eso andamos un poco más huérfanos de humor desde que ha muerto Gila. Todos le recordaremos al lado del teléfono, llamando al enemigo en la guerra y poniendo cara de fastidio cuando éste le informa que pretende atacar al día siguiente a las siete de la mañana. "¿Y no podrían atacar más tarde? Porque es que a esa hora estamos todos durmiendo", ha repetido Gila ante generaciones distintas que le han visto representar una de las conversaciones más geniales del humor del absurdo. De ese humor del absurdo que sólo consiguen manejar con seguridad quienes están dotados de talento y que tuvo un excelente refugio, tiempo atrás, en la revista "La codorniz", donde colaboró entre 1945 y 1953 publicando viñetas con su pseudónimo "XIII" y con su apellido.

A Gila la muerte no le ha concedido más aplazamientos, a diferencia de la suerte que tuvo uno de aquellos personajes narizotas que dibujaba, quien yacía moribundo en la cama mientras su mujer, teléfono en mano, le participaba alegre la buena nueva que acaba de recibir: "¡Qué alegría Vicente!, dicen en la funeraria que hasta dentro de dos semanas no te pueden terminar el ataúd. Tendrás que esperar hasta entonces". Ahora lo peor es que, al igual que el coronel de García Márquez sigue esperando carta y no tiene quien le escriba, el enemigo tampoco tiene quién le llame.