Trotsky y los espías

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

11 julio 2001

Por los tonos con los que, desde el Reino Unido, llega la noticia de la desclasificación de documentos de sus servicios de espionaje sobre Trotsky, da la impresión de que la novedad es que el revolucionario fue detenido en España en noviembre de 1916 e interceptado por los británicos meses después en Canadá, cuando regresaba a Rusia desde Nueva York para sumarse a la Revolución. Sin embargo, lo que algunas agencias difunden como hallazgo sensacional no son más que dos episodios conocidos, recreados en su autobiografía, si bien los papeles desclasificados servirán para confirmar si fueron acertadas sus sospechas de que el ministro de Asuntos Extranjeros del gobierno provisional ruso, Miliukof, pidió a los británicos que prolongasen su retención.

Ignoro si en España se conservan papeles secretos que completen la estancia de Trotsky, quien no imaginaba que, cuando los franceses le pusieron de patitas en la frontera de Irún y le recomendaron disimulo como turista para no despertar suspicacias, traicionaran su incógnito a las primeras de cambio. Fue localizado en Madrid y encarcelado porque se apresuraron a comunicar que acababa de entrar en España un anarquista peligroso con intenciones de atentar contra el rey, según reveló el Conde de Romanones, presidente entonces del Consejo de Ministros. "Recibí de Trotsky dos o tres cartas, que al ser destruido mi archivo han desaparecido, en las que, en francés muy correcto, protestaba de su prisión y me anunciaba su deseo de embarcarse en Cádiz para América. En este deseo encontré yo la resolución del caso y la de vernos libres de un huésped poco deseable", escribió Romanones, quien se quejó de que el revolucionario no le dedicara en sus memorias una palabra de gratitud por el "favor" español de pagarle el pasaje a Nueva York y entregarle quinientas pesetas para gastos, contribuyendo así a su exilio itinerante.