El ingenioso hidalgo Zapatero

JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

28 junio 2001

Comprobado. A nuestros políticos, especialmente a quienes capitanean la oposición mayoritaria, les va lo clásico. Es subir a esa especie de púlpito parlamentario del Congreso y venirles la vena literaria. El efímero Hernández Mancha, aquel visto y no visto de la entonces llamada Alianza Popular, ya se arrancó en 1987, en la moción de censura presentada a Felipe González, con un cuarteto dirigido a Adolfo Suárez que atribuyó a Santa Teresa de Jesús: "¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? / ¿Qué interés se te sigue, Adolfo mío, / que a mi puerta cubierto de rocío / pasas las noches del invierno a oscuras", a lo que Suárez le aclaró que la cita no era de la santa sino de Lope de Vega.

Rodríguez Zapatero, por su parte, nos ha salido cervantista con su propuesta, en el debate sobre el estado de la nación, de celebrar en 2005 el cuarto centenario de la primera parte del Quijote, lo que no deja de ser —valga la paradoja— un error y una astucia. Un error porque los golpes de efecto no siempre dan resultado en política y, a menudo, se imponen a análisis más trascendentes. Una astucia porque con luz y taquígrafos, y sin que tenga nada que ver con su papel, se ha asegurado el discreto honor de ser reconocido como promotor de la efemérides, del mismo modo que al periodista Mariano de Cavia se le recuerda como iniciador del tercer centenario en 1905.

No es malo que el Quijote acapare minutos en el Congreso. Ni que sean los políticos quienes, por esta vez, lleven la iniciativa. Sobre todo por la lección que pueden tomar de Sancho Panza, quien al abandonar como gobernador de la ínsula Barataria dijo aquello de "ni pierdo ni gano; quiero decir que sin blanca entré en este gobierno, y sin ella salgo, bien al revés de cómo suelen salir los gobernadores de otras ínsulas".