ENTREVISTA EXCLUSIVA CON EL ESCRITOR Y PERIODISTA JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO, AUTOR DE "EL MAESTRO CARTAGENA EN CAMPO DE MIRRA (1921-1927)" |
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Ferrándiz: "Hemos tardado en recuperar a Cartagena"
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27 noviembre 1998 |
"Existe por mi parte una motivación sentimental, y es que yo nací en Campo de Mirra" / "A finales del siglo pasado ya se observaba que la historia de España era una de las grandes desconocidas" |
MARTÍN SANZ. Se supone que cada persona tiene su lugar en el mundo. Con toda seguridad, el de Joaquín Cartagena, (1896-1942) fue Campo de Mirra. Llegó allí en 1921 procedente de Guardamar del Segura a ocupar plaza de maestro. En menos de seis años su inquieta personalidad legó al pueblo dos iniciativas: la publicación del opúsculo Notas de Campo de Mirra en 1925 y la propuesta al Ayuntamiento para que solicitase el reconocimiento de un escudo de armas municipal, cuya tramitación culminó en noviembre de 1926. José Ferrándiz Lozano relata ahora en El maestro Cartagena en Campo de Mirra (1921-1927) esta historia de un maestro que, como él mismo dice, "despertó afición":
PREGUNTA.- Pese a la previa presentación, y según tus propias palabras, ¿quién fue el Maestro Cartagena?
RESPUESTA.- Joaquín Cartagena fue un personaje desconocido, un maestro que murió muy joven, a punto de cumplir los 46 años, y que en 1921 consiguió, como primer destino con plaza en propiedad, Campo de Mirra, donde permaneció seis años, dejando su huella y su pequeño legado cultural, un libro muy breve llamado Notas de Campo de Mirra, y a partir del cual surgió la iniciativa de proponer al Ayuntamiento la solicitud de un escudo propio. En aquellos momentos pocos pueblos de la provincia de Alicante lo tenían. Gracias a esta iniciativa tramitó las correspondientes gestiones administrativas y originó un informe de la Real Academia de la Historia para desechar el boceto que había propuesto Joaquín Cartagena y buscar el escudo que más se ajustara a los rigores heráldicos. Lo importante del citado informe es que por fin finalizó, gracias a la Real Academia, una polémica que venía produciéndose desde hacía siglos: situar geográficamente dónde se encontraba la antigua Almizra. El informe concluyó que correspondía a los términos municipales de Campo de Mirra.
P.- ¿Cómo surge la iniciativa de publicar el libro?
R- Ya había escrito unos cuantos artículos en prensa respecto al tema, pero el proyecto surgió hace diez o doce años, cuando investigando en el ayuntamiento de Campo de Mirra encontré el expediente original sobre la tramitación del escudo que antes te contaba y un testimonio manuscrito por él propio Joaquín Cartagena, explicando detalladamente todo el proceso. Posteriormente pude hacerme con unas fotocopias del opúsculo Notas de Campo de Mirra, puesto que sólo habían cuatro o cinco personas que conservaban ejemplares. Con todo este material informé a la familia Cartagena, descubriendo para mi sorpresa que desconocían totalmente aquella historia. Sí sabían que había sido maestro en Campo de Mirra, donde se le había rotulado una calle, pero desconocían la existencia del libro y toda la tramitación de la historia, Agustín, uno de los hijos, me expresó su interés porque todo esto quedara reflejado en un libro. Autoeditaron el volumen con el único animo de destinar los 1000 ejemplares a los habitantes de Campo de Mirra, ayuntamientos, bibliotecas, y todos aquellos pueblos donde Cartagena realizó su labor, entre ellos Callosa del Segura, donde se trasladó en 1927, y donde me consta que actualmente se está realizando una recogida de firmas para poner su nombre a una calle.
P.- Eliges el periodo 1921-1927.
R.- Precisamente el tiempo que permaneció en Campo de Mirra, Existe por mi parte una motivación sentimental, y es que yo nací en Campo de Mirra, por lo cual poseo un vínculo que hace que me centre en este lugar y momento.
P.- La provincia de Alicante sigue siendo tierra yerma en lo que respecta al conocimiento de determinadas personalidades dignas de aparecer en las enciclopedias de historia.
R.- Pero esto ocurre en todos los sitios, no creo que sea un defecto exclusivo de Alicante. A finales del siglo pasado, algunos estudiosos ya observaban que la historia de España era una de las grandes desconocidas de Europa, precisamente porque todos los historiadores se basaban siempre en fuentes cortesanas demasiado generales y omitían los estudios de los pueblos y sus habitantes, lo que por supuesto permite conocer la historia de todo el devenir político e histórico de España. Considero que este libro es un ejemplo de cómo era la España de Primo de Ribera, sobre todo porque se introduce íntegramente como apéndice Notas de Campo de Mirra, inédito desde 1925, en el que además de las alusiones localistas, que pueden o no interesar más allá de sus términos municipales, es un documento que posee una información sociológica tremenda, donde el maestro del pueblo describe las relaciones sociales en una localidad de cultura y economía agraria, con un alto índice de analfabetismo y una pequeña élite cultural, donde predominaba un fuerte sentimiento de la tierra. Se refleja la España de los pequeños pueblos, con muchísimas referencias y guiños, a lo mejor involuntarios. Piensa que el maestro del pueblo era en aquellos momentos algo así como el reflejo de la "minuciosidad", y sin darse cuenta nos estaba proporcionando una serie de informaciones sociológicas que para los estudiosos del futuro son de un valor impresionante. Creo que lo hacía con un objetivo pedagógico, para recoger los pormenores del pueblo. Date cuenta que el libro está dedicado como un testimonio directo a sus alumnos, pero con la intencionalidad de que vaya más allá del aula de la escuela.
P.- ¿Y si hubiera conseguido la plaza en Madrid o Barcelona?
R.- Posiblemente hubiera pasado desapercibido. Al comienzo del libro hay una cita del artículo de Azorín "Curas, médicos, maestros", aparecido en La prensa de Buenos Aires, donde se refleja la importancia de estas personas, las fuerzas vivas, las autoridades morales de los pueblos. Esto en una ciudad no ocurría y Joaquín Caftagena se habría dedicado meramente a la función pedagógica.
P.- ¿Se ha escrito ya todo sobre Joaquín Cartagena?
R.- Por mi parte quizás sí. Actualmente estoy centrado en otras líneas de investigación, algunas de ellas relacionadas con Azorín, y creo que he cerrado un ciclo en torno a Cartagena, un maestro que murió en 1942 y que hemos tardado más de cincuenta años en recuperarlo y en devolver el interés por él.